El cuento “La Navidad que encendió los corazones” nos transporta a un pequeño pueblo donde, un año, las luces no brillaban y la gente parecía haber olvidado la magia de la Navidad. Sin embargo, una niña llamada Lucía, con su entusiasmo y su bondad, decide demostrar que no se necesitan cosas materiales para iluminar el mundo, sino gestos de amor y solidaridad.
A través de esta historia llena de esperanza y ternura, descubriremos cómo una acción sencilla puede transformar todo un lugar y recordarnos que la verdadera Navidad vive en el corazón de quienes comparten con alegría.
Título: “La Navidad que encendió los corazones”
Era diciembre en un pequeño pueblo de montaña. El aire olía a pan recién horneado y a leña, pero algo faltaba ese año: las luces de Navidad. Las calles estaban oscuras y silenciosas, y los vecinos parecían haber olvidado lo que significaba celebrar.
Lucía, una niña alegre de grandes ojos brillantes, caminaba tomada de la mano de su hermano Tomás, que siempre llevaba una expresión de duda.
—Tomás —dijo Lucía con entusiasmo—, ¡faltan solo tres días para Navidad! Este año quiero hacer algo especial: repartir dulces a los abuelitos del barrio y decorar el árbol de la escuela.
Tomás suspiró.
—¿Para qué? Nadie hace nada. El año pasado ni siquiera pusieron luces. Ya nadie cree en la magia de la Navidad.
Lucía lo miró decidida.
—Entonces nosotros la haremos volver. Si nadie empieza, nada cambia.
Al día siguiente, en la escuela, la maestra Doña Rosa anunció con tristeza:
—Niños, este año no tenemos adornos ni luces para el árbol del aula… pero podemos hacer algo con nuestras propias manos.
Lucía levantó la mano enseguida.
—¡Yo puedo conseguir cosas! Podemos hacer adornos con papel, con pan, con lo que tengamos.
Doña Rosa sonrió con ternura.
—Esa es la verdadera Navidad, Lucía. No se trata de tener, sino de compartir.
Esa tarde, los dos hermanos recorrieron el pueblo buscando materiales. Pasaron frente a la panadería del señor Ernesto, un hombre amable, pero de carácter fuerte. Lucía entró con una gran sonrisa.
—¡Hola, Don Ernesto! ¿Nos regalaría un poco de pan viejo para hacer adornos? Queremos decorar el árbol de la escuela.
El panadero frunció el ceño.
—¿Adornar con pan? ¡Qué ocurrencia!
Lucía no se desanimó.
—Es que la Navidad no necesita dinero, necesita imaginación y cariño.
–
El hombre la miró sorprendido. Después de unos segundos, su expresión cambió y respondió:
—Está bien, niña. Pero en lugar de pan viejo, te daré pan fresco. Y mañana les llevaré rosquitas para que todos coman.
Lucía le agradeció con una sonrisa tan grande que hasta el gruñón Don Ernesto sonrió también.
Cuando salieron, encontraron a una niña nueva sentada en una banca. Era Valentina, recién llegada al pueblo. Tenía una bufanda vieja y los ojos tristes.
—¿Quieres ayudarnos a decorar el árbol? —preguntó Lucía.
Valentina bajó la mirada.
—No tengo nada bonito para poner.
Lucía sacó de su mochila una estrella hecha de cartón y le dijo:
—Entonces pega esta. Lo importante no es lo que traes, sino lo que das con el corazón.
Valentina sonrió por primera vez desde que había llegado al pueblo.
Al día siguiente, la escuela se llenó de risas. Los niños decoraron el árbol con estrellas de cartón, cintas viejas y trozos de pan en forma de corazones. No había luces de colores, pero sí muchas manos trabajando juntas.
Cuando todo estuvo listo, Doña Rosa exclamó emocionada:
—¡Miren qué hermoso! Este árbol brilla con la luz del esfuerzo y la amistad.
Tomás observó el árbol y murmuró:
—Lucía tenía razón… no hacen falta luces si todos estamos unidos.
Esa noche, algo mágico sucedió. Frente a la escuela apareció una caja grande envuelta en papel dorado. Nadie supo quién la había dejado. Dentro había luces, juguetes usados y una carta que decía:
“Para los niños del pueblo que encendieron la Navidad con su corazón.”
A la mañana siguiente, Don Ernesto llegó con una bandeja de pan caliente y dijo con una sonrisa:
—No sé quién dejó la caja, pero creo que todos aprendimos una gran lección.
–
Los niños colocaron las luces en el árbol, y cuando las encendieron, todo el pueblo se iluminó. En ese instante, las casas comenzaron a abrir sus puertas, las familias salieron a cantar y la alegría volvió a las calles.
Entre las risas y villancicos, algunos juraron ver a lo lejos una figura con traje rojo y barba blanca que levantaba la mano y decía:
—La verdadera Navidad ocurre cuando alguien hace brillar la vida de otro.
Lucía miró el cielo lleno de estrellas y apretó la mano de su hermano.
—¡Ves, Tomás! La magia sí existe. Solo hay que creer y compartir.
Tomás sonrió, esta vez de verdad.
—Sí… y tú la encendiste, Lucía.
Desde aquel año, en ese pequeño pueblo las luces nunca volvieron a apagarse. No porque tuvieran más adornos, sino porque cada corazón seguía encendido con la llama del amor, la solidaridad y la esperanza.
Y así, entre risas, pan caliente y canciones, todos comprendieron que la Navidad más hermosa es la que se comparte.
Enseñanza del cuento
La historia de “La Navidad que encendió los corazones” nos enseña que la verdadera magia de la Navidad no está en los regalos, las luces o las cosas materiales, sino en los gestos de amor, la solidaridad y el deseo de compartir con los demás.
Lucía nos demuestra que una sola persona con un corazón generoso puede encender la alegría en todo un pueblo, y que cuando unimos fuerzas, incluso las cosas más pequeñas —como una estrella de cartón o un pan compartido— pueden transformar el mundo que nos rodea.
El cuento también nos invita a creer en la bondad, en la unión familiar y en el poder de ayudar sin esperar nada a cambio, recordándonos que cada uno de nosotros puede ser una luz que ilumine la vida de los demás.
Preguntas de comprensión lectora
1. ¿Por qué el pueblo estaba triste y sin luces al inicio del cuento?
A) Porque había llovido mucho.
B) Porque todos habían olvidado el verdadero sentido de la Navidad.
C) Porque los niños no querían celebrar.
D) Porque el panadero no encendió las luces.
2. ¿Qué quería hacer Lucía para celebrar la Navidad?
A) Repartir dulces y decorar el árbol de la escuela con lo que tuvieran.
B) Organizar un concurso de villancicos.
C) Viajar con su familia a otro pueblo.
D) Pedir muchos regalos a Papá Noel.
3. ¿Qué hizo Don Ernesto, el panadero, cuando Lucía le pidió pan para decorar?
A) Se negó y los echó de su panadería.
B) No le hizo caso y cerró la panadería.
C) Les regaló dinero para comprar adornos nuevos.
D) Les dio pan fresco y prometió llevar rosquitas a la escuela.
4. ¿Qué contenía la caja misteriosa que apareció frente a la escuela?
A) Ropa nueva y comida.
B) Luces, juguetes usados y una carta.
C) Dulces y pan de jengibre.
D) Papeles y adornos viejos.
5. ¿Cuál es la enseñanza principal del cuento?
A) Que en Navidad es importante competir y ganar premios.
B) Que las luces y los regalos son lo más importante.
C) Que la Navidad se celebra con amor, solidaridad y unión.
D) Que Papá Noel trae todos los regalos del mundo.
Respuestas correctas
1️. B) – Porque todos habían olvidado el verdadero sentido de la Navidad.
2️. A) – Repartir dulces y decorar el árbol de la escuela con lo que tuvieran.
3️. D) – Les dio pan fresco y prometió llevar rosquitas a la escuela.
4️. B) – Luces, juguetes usados y una carta.
5️. C) – Que la Navidad se celebra con amor, solidaridad y unión.



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